martes, 11 de noviembre de 2014

Capítulo 1

Capítulo 1 : Sadius y Sacris.

Una columna de llamas tan oscuras como el carbón, de por lo menos cinco metros de alto, emergió de la tierra que pisaba el guerrero. El calor que desprendía aquel fuego era tal que todo el hielo de la plaza se derritió en apenas unos instantes.

Royar y Liliny cayeron al suelo de la impresión, ni uno ni otro alcanzaba a decir algo que no fuese un chillido de terror. La columna de fuego desapreció dejando no sólo mudos a los chicos, si no todo el pueblo.

De pronto una mujer de lo mas llamativa aterrizó en medio de la plaza, su rostro era serio e intransigente ,pero al ver a los chicos les dedicó una sonrisa.

La mujer era alta y delgada, tendría unos treinta y pocos años, su pelo rizado era de un castaño cobrizo hasta la mitad de la espalda , sus ojos de un intenso rojo. Vestía una chaqueta carmesí, sobre los hombros llevaba una capa anaranjada que llegaba hasta su cintura y unos pantalones rosas de lo mas llamativos para acabar en una sandalias.

-¿Mamá?-murmuró Royar sin poderse creer

-Me alegra que tu también estés viendo a Alena-contestó Liliny.

-¡Chicos!-corrió hacia ellos-¿Qué estáis haciendo aquí?-Sus ojos detonaron cierto enfado, aunque no podía ocultar su felicidad al verlos a salvo-.

-Un encargo de papá-dudó, pero le contó todo, mientras lo oía, Alena se estaba mordiendo el labio disgustada.

-Ajá... Tu padre me va a oír cuando vuelva, eso tenlo por seguro.

-¿Sabes quienes son esta gente?-preguntó decidido a resolver todas las dudas que tenía, aunque se imaginaba que su madre no colaboraría mucho.

-Eso pretendo averiguar.

Un batallón de soldados de armaduras carmesís emergió de la nada, iban encabezados por un hombre de una armadura plateada que se dirigió hacia donde estaban Royar, Liliny a Alena.

-Hemos llegado un poco tarde, Lucanor-dijo Alena suspirando.

Lucanor era un hombre corpulento y alto de unos cincuenta años, tenía el pelo de un tono anaranjado peinado hacia atrás algo canoso, sus ojos ámbares estaban a juego con su astuta mirada. Su armadura plateada ,con algunos detalles de un brillante rojo, le cubría el cuerpo sin dejar apenas un rincón desprotegido, el guantelete de su mano derecha era diferente, en la muñeca poseía una gema de un inmaculado blanco. A la cintura portaba una espada, y a la espalda un enorme escudo que abarcaba toda su espalda.

-Eso parece Alena-respondió el pensativo-, vaya estan ellos dos aquí ¿No os falta el discípulo de Glacius para completar el trío?

-¿Ni si quiera te sorprende que estemos aquí?-preguntó Royar.

-Hace mas de treinta años que conozco a tu padre, mocoso, ya no me sorprende que un Rexceel o una Selenne se metan en algún que otro embrollo de lo mas extraño.

-¡General Lucanor, Lady Alena, vengan a ver esto!-gritó uno de los soldados.

-Chicos, será mejor que os vayáis a casa, iré luego si esto se soluciona pronto-dijo Alena con cierta preocupación en los ojos mientras se marchaba junto a Lucanor.

-Genial, están últimamente de comunicativos-masculló Liliny-, mejor que ,de momento, le hagamos caso a tu madre y nos vayamos.

Royar permaneció en silencio pensativo, en su cabeza rondaban muchas preguntas, pero se le ocurrió preguntar la mas estúpida y útil en ese momento.

-¿Dónde se ha metido el caballo?

Liliny se encogió de hombros y suspiró profundamente.

Al poco tiempo ya estaban a lomos de su caballo de camino a Caleinne, con el corazón en un puño, el espadachín trató de no pensar en la gente que había muerto y en el hombre al que había matado, la sangre que había derramado empapaba su camisa. La chica tampoco podía quitarse de la cabeza lo que había visto. Pronto, regresaron a Caleinne hasta la casa de Royar.

En la entrada, Zeiss estaba hablando con un hombre, era alto, robusto y musculoso,tendría como mucho un par de años mas que Zeis. Tenía el pelo azul oscuro bastante corto y una mirada bastante seria proveniente de sus ojos castaños. Vestía una túnica gris con detalles de un azul marino similar al de sus pantalones y unas botas negras.

-¡Papá!-exclamaron ambos jóvenes nada mas bajar del caballo, estaban sin aliento.

-Al fin estáis de vuelta-contestó Zeiss en tono serio, su rostro mostraba una gran preocupación, tanta que pareció no reparar en la sangre que cubría a su hijo ni lo empapados que estaban de sudor.

-¿¡Qué os ha pasado!?-preguntó el hombre de la túnica gris

-Antanne...¡Ha sido congelada!-respondió Royar-Mamá y Lucanor han llegado y...

-Cálmate Royar-, su padre le puso una mano en el hombro-, explícame todo lo que ha pasado, punto por punto, no te olvides de nada.

Tras contarle la historia, Zeiss y Harken, el padre de Liliny intercambiaron una mirada silenciosa, como si estuviesen manteniendo una importante conversación sin mediar palabra.

-Os felicito, habéis hecho lo correcto-declaró Zeiss finalmente.

-Si Lucanor esta allí, es probable que ya haya mandado un mensajero al rey y que vengan tropas del castillo a comprobar la situación con mas detenimiento.

-Si, tienes razón Harken-suspiró-, se nota que no puedo estar mucho tiempo fuera de palacio,chicos descansad un poco me temo que pronto partiremos hacia Origma.

Y así fue, horas mas tarde unos soldados vinieron a hablar con Zeiss y Harken, los cuales partieron junto a sus hijos hacia Origma, la capital de Massae. Royar y Liliny tenían muchas preguntas que hacer, pero cada vez que trataban de resolverlas, se encontraban con un largo silencio. El viaje duró hasta un poco antes de la puesta de sol cuando al fin divisaron las enormes murallas que protegían la capital.

Aquellas murallas sólo podían ser definidas con una palabra : Impresionantes, medirían mas de quince metros y estaban hechas de una pulida piedra grisácea, su grosor no se quedaba atrás con por lo menos cuatro metros. Los caballos se detuvieron ante un enorme portón, los soldados que lo custodiaban los observaron extrañados, pero al momento siguiente les abrieron sin rechistar.

Las murallas no eran lo único impresionante de Origma, la propia ciudad era enorme, había por lo menos dos arenas de batalla de gran tamaño, los edificios estaban construidos de una forma similar a los de Caleinne pero en su mayoría eran mas grandes. Al oeste se encontraba la mayor academia militar de todo el país,un edificio de piedra rojiza con una gran envergadura, en la cual se entrenaban a toda clase de personas que en el futuro formarían parte del ejército.

Al este se encontraba una gran torre que incluso sobresalía por encima de las murallas, estaba construida con un metal rojizo mezclado con otro blanco, Royar reconoció al instante esa construcción, su madre le había hablado mucho de ella, era el lugar en el que los altos cargos eclesiásticos de massaenses se reunían y además,  uno de los lugares de culto y oración mas importantes de todo el continente.

Al sur se encontraban los campos de entrenamientos del ejército, en los cuales miles y miles de soldados convivían.
Al norte se encontraba el castillo real, una gran construcción de piedra rojiza fuertemente protegida por cientos de soldados de por lo menos tres plantas, decenas de soldados patrullaban los alrededores. Pero al ver a Zeiss y Harken los dejaron pasar como si nada.

Las paredes y salas del castillo estaban hechas de un impoluto mármol blanco, las paredes estaban decoradas con toda clase de cuadros y murales que representaban grandes batallas y sucesos importantes.

Zeiss se detuvo en frente a un mural, en el, un caballero con una armadura azul armado con una extraña espada broncínea se estaba enfrentando a otro de una armadura principalmente dorada aunque tenía grandes detalles plateados y portaba una alabarda.

-¿Te trae recuerdos Zeiss?-preguntó Harken admirando el mural.

-Si, fueron buenos tiempos-suspiró y continuó avanzando.

Sus pasos por el castillo lo llevaron hasta una gran puerta que se abrió sola dando paso a una sala en especial, la del trono. A cada lado de la puerta se extendían dos escaleras que daban a unas pasarelas las cuales terminaban puertas de madera.

Frente a ellos, se extendía el salón del trono, de las pasarelas colgaban los estandartes de Massae, dos dragones cruzados en un escudo carmesí, las paredes estaban decoradas con los retratos de varios hombres y mujeres, los anteriores reyes de Massae.

Al fondo de la estancia había dos tronos, aunque sólo el de la derecha estaba ocupado por un hombre, tendría unos cincuenta años, el pelo rojizo algo canoso le caía hasta la mitad de la espalda, sus ojos  eran tranquilos y pardos. Bajo su armadura de un intenso rojo vestía una túnica negra y unos pantalones del mismo color para acabar en unas botas marrones. Al verlo no daba la impresión de ser un guerrero, parecía un hombre delicado, mas dado a las artes que a la guerra, aun así la expresión de su rostro dejaba claro que no era de los que dejan pasar una afrenta.

A la derecha del rey se encontraba un hombre mas joven de uno veinticinco años, tenía una larga melena rubia, ojos verdes como esmeraldas y el semblante tranquilo, portaba una armadura de un rojo vino, bajo esta, vestía una túnica y unos pantalones blancos, a la espalda ondeaba una capa negra con el estandarte de Massae, por último, de su capa sobresalían los mangos de dos espadas.

Nada mas entrar vieron como Lucanor era la persona que les había abierto la puerta, avanzaron hasta el centro, Royar y Liliny se arrodillaron mientras Zeiss y el resto permanecieron de pie, se saludaros fríamente y alzaron la vista al rey.

-Me alegro de volver a verte Elbert-dijo Zeiss-, ha pasado un tiempo.

-Yo también me alegro de volver a veros a los dos, Zeiss, Harken-contestó solemnemente-. Sir Royar Rexceel,  Lady Liliny Selenne-miró a ambos chicos-, vosotros sois los hijos de mis amigos y camaradas de guerra, os ruego que levantéis la cabeza,  no tenéis por qué tener tantos modales en mi presencia.

-Si ,su majestad-contestaron levantándose.

-Zeiss, Harken-el rey dirigió su mirada a sus viejos amigos-,es de suponer que ya estaréis enterados de lo que ha sucedido en Antanne ¿No es así?

-Fueron nuestros hijos los que descubrieron el incidente-contestó Zeiss.

-Entonces ¿Qué opináis del asunto?-preguntó Elbert.

-Si nos has mandado llamar, estoy seguro de que no es para pedirnos nuestra opinión-contestó Harken.

-Antes de hacernos una idea precipitada-dijo Zeiss-¿Estamos seguros? ¿Son soldados de Glaciem?

-Es muy posible.-Alena cayó desde una de las pasarelas, le hizo una reverencia a Elbert y miró a su marido-. Las túnicas de los magos eran idénticas a las que usan las unidades mágicas glacienses, con las armaduras pasa lo mismo, son de la infantería, y ya si pensamos en los tomos de hielo que usaron... No eran normales, estaban ligeramente modificados, unas modificaciones bastante complicadas de hacer para alguien de Massae o Meutra, pero para un mago de Glaciem no sería tan complicado.

-Eso sólo nos deja una pregunta ¿Por qué?-se preguntó Zeiss.

-Esperad-intervino Royar-¿Estáis diciendo que el ataque es culpa de Glaciem?

-Es una gran posibilidad, mocoso, pero no tiene mucho sentido, tenemos una alianza con Glaciem desde hace treinta años-respondió Lucanor.-Precisamente se hizo para evitar mas guerras innecesarias entre ambos países.

-Sea cual sea el caso, no podemos permitirnos una guerra a semejante escala, por eso os he mandado llamar, quiero encargaros algo.

-Lo sabía-masculló Harken algo molesto.

-¿Quieres que vayamos a Glaciem como mensajeros de paz?-preguntó Zeiss.

-Exacto.

-Imposible-negó Zeiss ante la incredulidad de Elbert-, si por alguna razón hay algún tipo de tensión por parte de Glaciem y alguno de nosotros vamos a su territorio entonces, aunque yo ya no sea el general supremo, lo tomarán como una declaración de guerra.

-Sería una situación parecida a la de hace treinta años-sentenció Alena mordiéndose el labio. Ante esas palabras, todos los presentes excepto Royar y Liliny adoptaron una expresión sombría.

-A veces pienso que les encanta ocultarnos cosas-murmuró Royar hacia su amiga.

-Estaba pensando justamente lo mismo-contestó ella.

-Entonces ¿Qué propones?-preguntó Elbert.

-Me temo que mandar a cualquier miembro importante de este ejército tendría consecuencias similares, además, si esto es un aviso... Tampoco podemos mandar a un desconocido, debemos mandar a alguien importante pero que no les suponga ninguna amenaza...-murmuró Zeiss pensativo.

-Eso quiere decir que tienes un plan ¿No?-preguntó Lucanor con una sonrisa triunfal.

-Si, creo que ya tenemos a nuestros mensajeros-miró a los chicos.

-Zeiss-dijo Alena, por su tono se podía intuir que la idea no le gustaba nada.

-Estoy de acuerdo-declaró Harken.

Los tres mantuvieron un silencioso duelo de miradas, Royar y Liliny por su parte se miraban emocionados, al fin iban a tener la oportunidad que habían estado esperando durante tanto tiempo. Lucanor permaneció callado, con los ojos cerrados, como si no supiese por quien decantarse.

-Es una opción verdaderamente arriesgada-intervino Elbert-,pero todo lo que ha dicho Zeiss es cierto, aunque no dejo de preguntarme por qué Lord Erin querría algo así, siempre ha sido una persona pacífica.

-No podemos asegurar que sea obra de Lord Erin-dijo Lucanor-, hay muchas otras personas que podían haber mandado a uno soldados hasta aquí, incluso puede ser un caso de corrupción en determinados sectores del ejército.

-Deberíamos estudiar el caso mas tranquilamente y luego tomaremos una decisión... Mas concreta-dijo Alena, aun seguía mordiéndose el labio indecisa.

-Esta bien Alena, tu ganas-reconoció Zeiss-, será mejor que lo hablemos con mas detenimiento.
-Necesitamos algunos datos mas antes de poder tomar la decisión correcta-dijo Elbert levantando las manos para calmar un poco los ánimos-, mientras tanto, Apollo-se dirigió al joven a su derecha-. ¿Te importaría enseñarles el castillo?

-Apollo... El actual General Supremo de Massae...-murmuró Royar impresionado.

-A sus órdenes, mi rey-contestó Apollo

Massae al igual que Glaciem y Meutra, organizaba su ejército dividiéndolo en siete secciones, cada una de las divisiones era dirigida por uno de los siete generales, en concreto había dos que se encontraban por encima del resto, eran el General Supremo, el cual era considerado el guerrero mas fuerte de todo el ejército y una de las personas de máxima confianza del rey por otro lado estaba el Archisabio del país, el cual era la máxima eminencia mágica.

Apollo los guió através de varios pasillos, ni si quiera había mantenido alguna conversación con el, pero Royar ya lo admiraba, era el guerrero en activo mas fuerte del país, había oído hablar mucho de el por una razón : Apollo era el aprendiz de Zeiss. Finalmente se decidió a decir algo.

-Apollo

-Vais a tener que perdonar mis modales-se giró-, no me he presentado, mi nombre es Apollo, soy el General Supremo de Massae, es todo un honor conoceros al fin.

-El honor es todo nuestro-respondió Liliny en tono solemne.

-Necesito combatir, mejor dicho, entrenar contigo, cuanto antes-.Sus ojos brillaban de pura emoción.

-Precisamente os estaba llevando a la sala de entrenamiento, también quería ver con mis propios ojos cual era tu talento.

La sala de entrenamiento se encontraba al oeste del castillo, en la planta baja,era amplia y espaciosa con toneles repletos de armas a las cuatro esquinas, la luz que emanaba de las antorchas, a cada lado de la habitació inundaba toda la sala. Apollo se dirigió hacia uno de los toneles, cogió tres espadas y le arrojó una a Royar.

-No tienen filo, son ideales para entrenar-comentó Apollo blandiendo ambas espadas

-Están bastante gastadas, pero servirán.

Al principio Liliny pensaba que Apollo lo derrotaría de un golpe, pero no fue así, Royar se lanzó en rápidas acometidas que no surtieron ninguna clase de efecto, el general detenía todos los golpes con los ojos cerrados.

-Tienes una buena fuerza y velocidad y un buen estilo-desvió un tajo con su espada derecha y descargó un tajo con la izquierda, Royar pudo detenerlo pero el impacto fue tan fuerte que lo hizo retroceder un metro.

-Esa técnica... Se nota que eres el aprendiz de mi padre.

No tuvo tiempo a reaccionar, un segundo después, su espada salió despedida y la punta de una de las espadas de Apollo presionaba su cuello.

-Impresionante-alcanzó a murmurar mientras la espada se apartaba de su cuello.

-N-Ni si quiera lo he visto-dijo Liliny tratando de entender lo que había sucedido.

-Tu si que eres impresionante, no tienes apenas experiencia en batallas pero sin embargo tienes buenos instintos, serás un gran guerrero en poco tiempo.

-No lo entiendo... Pensaba que ibas a luchar con un estilo similar al de mi padre, no que ibas a usar dos espadas con una coordinación tan perfecta.

-Tu padre me enseño mucho, pero ese era su estilo, si de verdad quería llegar a donde he llegado tenía que forjar mi propio estilo, de ahí que algunas de mis técnicas sean iguales que las de Zeiss y otras sean tan diferentes.

-Entiendo...-contestó Royar pensativo.

-Si me dejas aconsejarte, por lo que he visto esa espada-señaló a la que llevaba enfundada- no se ajusta a tu estilo, eres rápido, ágil y fuerte, no te viene bien un estilo que se centre en la fuerza, si no uno que se centre en aprovechar tu velocidad.

-¿Tu crees? Nunca me lo he planteado.

-En su momento te lo dije-intervinió Liliny-, que te resultaría mas sencillo con una espada mas ligera, y no con esa.

-Muy buenas observaciones para ser una maga, Liliny-contestó con cierta admiración-, ¿Qué clase de magia utilizas?

-Soy maga de fuego.

-Vaya justo como tu madre, debes de admirarla mucho.

-Si, claro-contestó sarcásticamente.

-¿Quienes son, Apollo?-dijo una voz al otro lado de la sala.

Allí se encontraba una chica joven, de apenas quince años, tenía el pelo de un tono castaño chocolate y unos ojos de un intenso rojo oscuro, su rostro bronceado desprendía pura inocencia y bondad. Tenía un inmaculado vestido rojo, propio de las mujeres de la alta nobleza o incluso superior
.
-Princesa Aleia-dijo Apollo arrodillándose, nada mas verlo, Royar y Liliny lo imitaron.

-No, por favor, tan sólo quería conocerlos, ¿Sois vosotros Sir Royar Rexceel y Lady Liliny Selenne?

Ambos asintieron, Aleia esbozó una sonrisa de oreja a oreja y se acercó cuidadosamente, se agachó y los miró a los ojos, Royar trató de retroceder un poco pero no lo consideró oportuno.

-He oído hablar mucho de vosotros por vuestros padres, me llamo Aleia, es un honor conocer a los hijos de los héroes mas importantes de la historia de nuestro país.

-El honor es nuestro princesa-respondieron al unísono con cierta desgana.

-¿Cómo es que esta fuera de su habitación sin protección?-preguntó Apollo-Shida debería de estar cuidándoos.

-Me dijo que tenía cosas que hacer y me dejó sola, por eso mismo fui a la biblioteca real, para buscar algo que leer, allí me encontré con mi padre, Zeiss, Alena, Harken y Lucanor, estuve escuchando un rato y pensaba que vosotros estaríais aquí.

-No debe de salir sola de sus aposentos, aunque estemos en el palacio real no deja de ser peligroso.

-Sólo ha sido un momento, pero ¡Ahora tengo protección! ¡Sir Royar, Lady Liliny, acompañadme por favor! No pasa nada si ellos dos me protegen ¿No?

-Supongo que no...-dijo Apollo indeciso.

-¡Bien!-se levantó de un salto apunto de tropezar-¡Venid conmigo!

-También iré.-dijo Apollo.

-No, creo que me mi padre iba a mandar buscarte en cualquier momento, parecía tratarse de un asunto verdaderamente serio.

-Esta bien-accedió-, pero prometedme que tendréis mucho cuidado, los tres.

-No te preocupes-contestó Royar levantándose.

-No le va a pasar nada con nosotros-sonrió Liliny.

Aleia los condujo hasta una habitación al este de la segunda planta, estaba protegida por dos imponentes guardias que les abrieron la puerta y se arrodillaron nada mas verla.

 Sin duda alguna, estaban ante los aposentos de una princesa, toda la habitación estaba repleta de cuadros cuyos marcos estaban hechos de oro, al fondo había un gran ventanal, a la derecha se encontraba una cama con un gran dosel y varios armarios que estarían repletos de ropa. En el centro de la habitación se encontraba una mesa con un par de libros abiertos, a su derecha un lienzo con algunas pintadas, parecía representar un altar rodeado de lava.

Tras sus pasos la puerta se cerró, Aleia fu directa a la cama y se sentó.

-Pensaba que no iba a poder hablar tranquilamente-suspiró-, llevo mucho tiempo sin hablar tranquilamente con gente de mi edad.

-¿Todos estos cuadros los has pintado tu?-preguntó Royar admirando el lienzo a medio completar.

-Muchos de los cuadros los he pintado yo, representan importantes batallas, acontecimientos memorables que he podido leer en los libros y en los registros de la biblioteca real.

-Son increibles-dijo Liliny observando uno de los cuadros, en el una chica parecía estar admirando la ladera de un volcán en erupción.

-Es lo única forma que tengo de expresar mis sentimientos, a veces considero que tengo mas relación con estos cuadros que con personas de carne y hueso.

-La burocracia de palacio debe de ser dura-declaró Liliny-, no me imagino tener que vivir sin poder hacer lo que quisiese, no creo que pudiese aguantar así.

-Suelo sentirme sola, al menos de vez en cuando Midna viene de visita o yo voy a verla, pero me da que ya no va a ser posible ¿Podríais contarme lo que ha pasado? Sé que tiene relación con Glaciem.
-No sé si debemos-contestó Royar.

-Siento que debemos de contárselo-respondió Liliny, parecía sentirse identificada con Aleia, le recordaba a cuando ella misma dejó de ver a una de las personas mas importantes que tenía y aún desconocía el por qué.

Aleia permaneció en silencio y escuchó toda la historia, incluido el plan que había desarrollado Zeiss.

-Eso no es propio de Glaciem-sentenció al haber escuchado toda la historia-. ¿Estáis dispuestos a hacer de embajadores?

-Si, es la oportunidad que hemos estado esperando desde hace mucho tiempo-contestó Royar.
-¿Os puedo hacer cambiar de opinión? No quiero estar mas sola, sin nadie, gozaríais de todo tipo de ventajas-se levantó y se dirigió a Royar-, sobre todo tu, Royar-le acarició la cara con una mano, el chico se quedó inmóvil.

-Nos negamos princesa-dijo Liliny apartándola de un leve empujón, el joven le dio las gracias con la mirada.

-Tenía que intentarlo-suspiró-, espero que no os lo toméis a mal, quería tener alguien que me hiciese compañía.
-Eso no quiere decir, que no seamos amigos-dijo Royar.-Cuando volvamos, vendremos a visitarte y te contaremos todas nuestras aventuras para que puedas representarlas para la posteridad.

-¡Si, es verdad!-exclamó Aleia.- Por eso mismo quiero haceros un regalo para celebrar nuestra amistad.-Andó hacia la mesa.-Según este libro en Nisvet se oculta un tesoro legendario que otorga un inmenso poder ¿No suena emocionante?

-Un tesoro en, espera ¿Nisvet no era la montaña prohibida al norte de aquí?-preguntó Royar.

-¿En la que si entras no te mandaban cortar la cabeza o algo así?-continuó Liliny.

-Si, pero iríais en mi nombre, no pasaría nada.

Los chicos intercambiaron una mirada, sonrieron y se encaminaron a la puerta.

-Nos vemos luego, Aleia-dijo Royar abriendo la puerta

-Ya te contaremos como nos ha ido.

-¡Y pintaré un cuadro de vosotros con el tesoro!-exclamó ella despidiéndose.

La noche acaba de llegar a Origma, y con ello una vigilancia mas intensiva de todo rincón del castillo, pero eso no fue suficiente para detenerlos, consiguieron deslizarse sigilosamente hasta salir del palacio. Después cogieron uno de los caballos  con lo que habían venido y salieron por la salida oeste, era extraño, nadie intentó detenerlos.

Nisvett era una gran montaña visible desde practicamente todo el pais, tan sólo estaba a unos kilómetros de Origma. Treinta años atrás, Nisvett formaba parte de la region volcánica mas grande del continente, pero repentinamente todo el fuego se extinguió y se prohibió la entrada.

En poco mas de una hora ya habían llegado a la zona de Nisvett, todo un valle de piedra volcánica se extendía ante sus ojos, pero a la entrada del valle se alzaba una puerta de acero de mas de tres metros, podían intentar escalar las paredes de piedra, pero les sería imposible. Se mantuvieron vigilando, hasta darse cuenta de un hecho bastante oportuno.

-¿Cómo es que sólo hay un guarda?-murmuró Royar

Asi era, la unica persona que estaba vigilando el portón era un soldado joven, aparentaba ser un poco mas mayor que ellos, pero no mucho, tendría unos dieciséis años, tenía el pelo moreno rizado, unos ojos claros y vestía un armadura roja del ejército de Massae, debia de ser de un rango algo bajo según lo indicaba su simple armadura. En la mano derecha portaba un hacha.

-Supongo que habrá mas dentro o que esto se mantiene protegido con las amenazas de muerte-supuso Liliny.

-Tenemos dos opciones, o lo distraemos o lo noqueamos.

-¿De verdad nos vamos a comer la cabeza pensando como crear una distracción tonta en vez de dejarlo en el suelo?

-Opción dos entonces-dijo y Royar salió disparado hacia el guarda.

El guarda al principio no vio que portaba un arma y levantó las manos para que se detuviese, aprovechando eso, desenvainó su espada y le golpeó en la cabeza con la empuñadura haciéndolo retroceder, Liliny aprovechó la distracción para golpearlo en la nuca con un fuerte puñetazo que lo dejó en el suelo.

-Ha sido mas fácil de lo que pensaba-dijo Royar mirando la puerta.

-¿Cómo querías que fuese cuando hemos aprovechado la oscuridad, el factor sorpresa y eramos dos contra uno?

-Se giró y se agachó al lado del guarda-Una buena estrategia, la otra opción que me planteaba era usar la espada de verdad-dijo el extrayendo una llave del cinturón.

-Ahi no te quito razón.

La puerta dio paso al enorme valle, la tierra que pisaban era de una tonalidad mas oscura y mucho mas dura que el resto. La montaña se vislumbraba a lo lejos, a pie tardarían todavía un buen rato hasta llegar. Anduvieron en silencio absortos cada uno en sus pensamientos.

-Gracias por lo de antes-dijo Royar rompiendo el silencio.

-¿Te refieres a lo de Aleia? No es nada, las puntas de las orejas se te habían puesto tan rojas como tu pelo-comentó entre risas Liliny-, creo que si Rennie hubiese estado allí habría sacado una lista interminable de chistes.

-Ahora que lo mencionas... Nos hemos vuelto a olvidar a Rennie.

-Para no variar.

Sus pasos los llevaron finalmente hasta la ladera de la montaña, un pequeño camino la rodeaba hasta la mitad, lugar donde se abría una cueva. Pero lo que llamó la atención de Royar y Liliny no fue eso, si no, el extraño mural grabado en la piedra de la falda de la montaña.

El mural parecía representar la batalla entre dos guerreros acompañados de un lobo de negro pelaje y una especie de masa oscura, Royar y Liliny lo observaron durante unos minutos como si estuviesen hipnotizados.

-¿Qués es esto?-alcanzó a decir Royar.

-Lo único que sé es que me recuerda algo, y eso no me gusta nada-contestó Liliny-, subamos.

Recorrieron la senda a todo correr hasta que llegaron a la entrada de la cueva, algo le decía a Royar que huyese, que olvidase ese lugar, pero por otro lado sentía que debía saber lo que había ahí dentro.

-¿Lista?

-Siempre.

Liliny iluminó el túnel con una bola de fuego, dentro de aquel lugar su magia no parecía funcionar correctamente, a veces el fuego se apagaba dejandolos a oscuros, otras empezaba a parpadear y estallaba. Bajo su pies el suelo crujía.

-Huesos-murmuró Royar.
-También hay armas rotas-, iluminó el suelo que pisaban.

-¿Serán todos los que intentaron pasar por aquí?

-Entonces ya debería de haber aparecido algo

-Para.-Desenvainó su espada y dio un mandoble a la pared de la derecha

-¿Se puede saber que estas haciendo? Me has dado un susto de muerte.

-Liliny, no te muevas, en absoluto

-Ni tu tampoco.

La bola de fuego voló rozando la sien de Royar, mientras que su espada casi golpeó a Liliny, detrás de cada uno de ellos se había alzado un esqueleto ambos con lanzas.

-¿Qué era eso?-preguntó Liliny conjurando otra bola de fuego.

-¡En algún momento la sala se ha ensanchado y estamos rodeados!-contestó Royar.

Liliny conjuró otra bola de fuego y la lanzó hacia delante quemando el suelo, así pudo ver como media docena de esqueletos armados con lanzas y espadas se estaban congregando frente a ellos, el ruido que producían sus articulaciones al moverse no sólo se daba frente a ellos, estaban rodeados. El fuego parecía atraerles, los esqueletos avanzaron con mayor intensidad.

Royar se adelantó y los derribó de un par de mandobles, Liliny por su parte empezó a destrozarlos a base de fuego y algún puñetazo ígneo.

-¡No paran de salir!-exclamó cortando por la mitad a un par mas.

-¡Me he dado cuenta! ¿¡Qué hacemos!?

-¡Corre!-gritó, su amiga lo siguió rápidamente tras derribar a otro par.

Corrieron un poco, el siseo de los esqueletos los seguía de cerca, entonces una espada surgió de la oscuridad, Royar la desvió, para su sorpresa el atacante era un esqueleto con armadura, inmediatamente reconoció los colores rojos de Massae, era un soldado.

-Este debe de ser su jefe, ocúpate de el, yo te cubro-se lanzó a la oscuridad, era consciente de que estaba rodeado, así que se dedicó a lanzar tajos a cualquier ruido, su ataques solían acabar en un estrépito de huesos que caían al suelo.

Liliny por su parte esquivó el primer mandoble e hizo estallar una bola de fuego en su calavera, aunque no pareció inmutarse.

-¡Retrocede!-exclamó Royar, retrocedió de un salto y se plantó frente al esqueleto de la armadura, Liliny lo imitó.-¡Muéstrame que tienes!

La espada descendió rápidamente, pero de un mera finta Royar lo evitó y le cercenó el brazo con el que luchaba, el segundo tajo le partió por la mitad  a través de la cintura. Liliny por su parte esperó a que se acercasen los esqueletos, al tenerlos a tiro conjuró una esfera de fuego el doble de grande y se la lanzó en un glorioso estallido. Toda la estancia se mantuvo en silencio.

-¿Ya esta?-preguntó Royar

-No lo digas muy fuerte, no vaya a ser que se molesten-suspiró y conjuró otra bola de fuego para alumbrar todo el lugar. Estaban solos.

-Parece que eso era todo-sentenció Royar

-Como todos se habían quedado peleando eternamente con los esqueletos, no habían avanzado por eso había tantos esqueletos al principio.

-Eso parece, supongo que nadie avanzó hasta aquí y por ende no se habían encontrado con el "jefe".

-Pero por si acaso me has usado de "señuelo" para ver si aparecía alguno mas por delante del "jefe".

-Y además era una forma fantástica de atraer al resto.

-Por una vez, tus horas leyendo libros de estrategia nos han servido para algo.

-Y me da que nos van a servir mas adelante, sigamos.

Durante algunos minutos mas, no pasó nada, el túnel permaneció en completo silencio, hasta que el suelo desapareció bajo sus pies y sólo se oyeron sus gritos. La caída fue de unos tres metros.

-Eso se avisa-murmuró Royar dolido.

-Suerte que no hemos caído de cabeza-dijo ella poniéndose el gorro en su sitio.

-¿Ahora como volvemos?

-Ya nos la apañaremos-conjuró el fuego de nuevo,-, no será difícil escalar el muro-bajó el fuego y descubrió una palabra tallada en la piedra-"Xaduya", significa "Ayuda" en idioma antiguo.

-¿Ayuda?...-¿Será un mensaje de alguien que sobrevivió a los esqueletos y acabó aquí?

-¿En idioma antiguo?

-Se giró y observó la oscuridad frente a el, algo parecía estar descendiendo frente a ellos-¿¡Qué es eso!?

A medida que el ruido iba descendiendo unas antorchas desde la cima de la caverna se iban encendiendo, estaban en una gran estancia circular, unas alas rojas como la sangre descendían hasta posarse con el encender de las últimas antorchas.

-Definitivamente esa princesa quería matarnos-comentó Royar.

-Si el tesoro no es bueno te prometo que la tuesto.

Ante ellos se encontraba un ser antropomórfico de cerca de tres metros, tenia unas escamas rojizas y estaba muy delgado, tanto que se le notaban todos los huesos del cuerpo. Tenía dos alas de murciélago, una cola tan grande como el mismo y una lanza de cerca de dos metros. Era similar a una gárgola.

-Acabemos con esto-desenvainó su espada y se lanzó a la carrera.

-Será lo mejor-lo siguió.

La gárgola detuvo la estocada de Royar de un movimiento y con su cola lo fustigó, de no haber sido por el ataque de Liliny, hubiese sufrido un gran golpe.

-Mejor, tu por detrás y yo me ocupo de esa condenada lanza-corrió y esa vez consiguió hacerlo retroceder aunque no pudo darle.
-¿Quieres que le queme la cola para que de la sorpresa puedas atravesarle? Dicho y hecho-lo rodeó y le apuntó justo donde la cola y la espalda se conectaban.

Liliny se esperaba cualquier cosa, excepto que de la cola de la gárgola surgiesen unas fauces y le intentasen morder, por suerte la chica fue algo mas rápida y rodó por el suelo recibiendo tan sólo un corte en el brazo.

-¡Liliny!-. La distracción de Royar fue suficiente para que la gárgola le clavase la lanza en el costado derecho, retrocedió, su enemigo no estaba dispuesto a dejarlo marchar y lo agarró por el cuello con tanta fuerza que empezó a perder la consciencia.

-¡Royar!-trató de zafarse pero los colmillos volvieron a intentar a arrancarle el brazo, esta vez no fue lo suficientemente rápida para esquivarlos ,pero consiguió hacer explotar una bola de fuego y evitó el golpe, no por mucho tiempo, aquellas fauces no la dejaban ni un segundo.

-Nosotros si que necesitamos ayuda ahora-pensó con cada vez menos fuerza, no sabía que hacer, los brazos no le respondían y Liliny no podía ayudarle, sólo le quedaba suplicar.-Si...Alguien... Necesitamos ayuda...
-Si pides ayuda, la tendrás-respondió una voz que sonó en las cabezas de ambos.

El aullido de un lobo recorrió toda la estancia, la gárgola se detuvo por completo,soltó a Royar, algo lo golpeó con tantísima fuerza que lo mandó volando casi diez metros hacia atrás.

-Eres... tú...-murmuró Royar impresionado.

-¿Es el de verdad?-murmuró impresionada Liliny

Un majestuoso lobo negro se alzaba entre ellos, era mas grande de lo normal, tenía unos ojos anaranjados brillantes, Royar notó como un gran poder emanaba de el, pero no sólo era poderoso, si no que también parecía mucho mas inteligente que muchos humanos.

-¿Quién crees que soy yo, Royar?-preguntó la voz.

-Excrum, el lobo patrón de Massae, el animal sagrado de la diosa-sentenció.

-Y nosotros nos estábamos riendo ayer de el-murmuró Liliny

-Excrum asintió y clavo sus ojos en la gárgola que ya se había recuperado e iba a cargar de nuevo-Sólo os voy a dar una oportunidad.-Echó a correr hacia el enemigo.

-¡Si!-Contestaron al unísono y lo siguieron, aunque no sabían muy bien que iba a suceder, sabían que sería el fin del combate, para bien o para mal.

Excrum esquivó un primer lanzazo y se dirigió a la cola, la mordió, el impacto fue tan fuerte que el demonio perdió el equilibrio y cayó al suelo.

Liliny y Royar intercambiaron una mirada y supieron que hacer, el espadachín se detuvo para coger impulso, saltó y le atravesó el pecho en el que esperaba que estuviese el corazón, la maga por su parte cubrió su mano de llamas y le propinó un puñetazo tan fuerte que la cabeza parecía estar apunto de rodar por el suelo. Al recibir esos golpes, el monstruo se desintegró convertido en arena.

-¡Buen trabajo!-exclamaron chocando sus manos.

-No ha estado mal, quizás haya futuro-masculló Excrum.

Estaban solos, Excrum había desaparecido, al fondo había aparecido una entrada que no habian visto antes, una leve luz dorada brillaba a lo lejos.

-¿Estas bien, Liliny?

-Sólo son unos arañazos, sobreviviré, lo tuyo tiene peor pinta-señaló con la barbilla el corte que tenía en el costado.

-Si no me doy ningún golpe mas no creo que pierda mucha sangre, estaré bien.

Cuanto mas se acercaban, mas aumentaba el resplandor dorado cuando llegaron a la entrado comprendieron de donde venía, toda la sala estaba hecha de oro puro.  Era una estancia cuadrada y de gran tamaño.

Al fondo reposaban en dos altares lo que tanto habían estado buscando, el tesoro del que les habló Aleia. Clavada en el primer altar se encontraba un katana hecha de un metal de una mezcla rojiza y cobriza, en el segundo altar, reposaba un tomo de fuego cuya cubierta estaba hecha del rojo mas intenso que habían visto antes.

-No me fio-declaró Royar andando con catuela-, demasiado fácil.

-¿Algún monstruo? ¿Esqueleto? ¿Gárgola?

-Nada de momento-anduvo hacia delante-, vamos Liliny, el tesoro nos espera.

Escuchó un golpe seco, seguido de otro, todo volvió a quedarse en silencio, estaba asustado, pero decidió girarse. Liliny había desaparecido, en su lugar, blandiendo una porra de acero, se encontraba un cíclope de piel rojiza de por lo menos tres metros.

-Liliny... ¡LILINY!-Entonces se fijó, su amiga se encontraba tirada en la pared de la derecha, sangraba de un corte que tenía en la cabeza, no sabía si estaba consciente.-Estas muerto-desenvainó su espada y se lanzó al ataque.

La espada rebotó en las piernas del cíclope como si nada, parecía divertirle aquella situación, alzó su porra, de un mandoble pudo desarmar a Royar,retrocedió asustado, momento que el monstruo aprovechó para golpearle con tanta fuerza que lo mandó volando hacia los altares. Royar se golpeó la cabeza justo en el altar de la espada.

-Argh...-jadeó, no veía bien, pero si distinguió como aquel monstruo se aproximaba a su amiga con las fauces abiertas-Liliny...-.No podía hacer nada para salvarla, no llegaría a tiempo para recoger su espada y aun con ella ¿Que podía hacer? Sus ataques eran inútiles.

-¿Quieres poder?-Una voz resonó en su cabeza.

-Si, lo necesito
-¿Para que lo necesitas?

-Tengo que salvarla, no puedo dejarla morir, no podemos morir.

-Tienes el poder a tu alcance, despierta a la Sadius de su letargo, así obtendrás el poder que buscas, no sólo podrás salvarla, si no también...

-No tengo tiempo para sermones-dijo, levantándose a duras penas, el cíclope había levantado a Liliny por los brazos, sus enormes fauces se disponían a arrancarle la cabeza de cuajo.

-Podrás salvar todo lo que te propongas, pero a un alto precio, desatarás...

Royar ignoró sus palabras, depositó sus manos en la empuñadura y extrajo la katana. Una descarga de energía le recorrió cada palmo de su cuerpo. Nada mas sacarla salió corriendo hacia el monstruo.

-¿Qué clase de sensación es esta?-pensó, el cuerpo le ardía, pero jamás se había sentido tan bien.-¡Eh maldito cíclope! ¿¡Es que te has olvidado de mi!?.

Saltó y le propinó un tajo diagonal en la espalda, esa vez si, la Sadius atravesó su espalda como si fuese de papel y dejó caer a Liliny.

-¡Liliny! ¿¡Estas bien!?-se acercó a ella aprovechado el aturdimiento de su enemigo.

-Si...-respondió ella algo aturdida.-¿Qué es esa espada?

-No hay tiempo para explicarlo, aunque ni yo mismo lo sé bien, lo único que sé es que tienes que ir al altar y coger ese tomo de fuego, yo me ocupo de este.

-No, déjame ayudarte-respondió ella tomando conciencia de la situación

-¡GROAARGH!-rugió el cíclope al darse cuenta de la situación.

-No, no hay tiempo, creo que las armas normales no le hacen efecto o algo así, no te preocupes por mi, ahora ya no me va a pasar nada.

-¡Esta bien!-accedió y corrió al altar

-Muy bien, querido cíclope-se volvió a su enemigo-, ahora es cuando te voy a hacer pagar todo lo que nos has hecho-detuvo un fiero mandoble, esquivó otro, se sentía pletórico-¡Veamos que sientes cuando te desarman a ti!-.De un rápido tajo a sus manos lo desarmó.

Liliny había llegado ya al altar, observó el libro con cierto recelo, pero notaba el poder, y eso era lo que mas buscaba desde hacía tanto tiempo. Posó su mano sobre el tomo, sintió lo mismo que Royar.
Por su parte el espadachín estaba ganando terreno a pasados agigantados, cada vez que el cíclope trataba de recuperar su arma o de darle un golpe con las manos desnudas, se llevaba un mandoble, Royar miró atrás, su amiga le sonrió y entonces supo que era hora de acabar con el espectáculo. Echó un pie hacia atrás para coger impulso y sostuvo la Sadius con ambas manos.

-Ya he usado esto dos veces, y me esta gustando bastante-murmuró- ¿¡Qué te parece Garra de Coraje!?-exclamó el al dar una estocada certera al pecho del cíclope.

-¡Royar, ahora me encargo yo!-exclamó Liliny saliendo a su encuentro-¡Te convoco, fuego sagrado!-estiró su mano derecha y sostuvo el tomo con la izquierda-¡Sacris!

Un géiser de fuego emergió de su mano, Royar rodó y evitó el fuego, el cíclope no tuvo la misma suerte, las llamas impactaron sobre el y lo consumieron sin dejar rastro.

-Eso ha sido impresionante-dijo Royar desplomándose sobre el suelo dorado.

-Tu nueva espada no se queda atrás-se dejó caer.

Un parpadeo fue suficiente para que todo a su alrededor desapareciese.

Continuará...

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